Por: El País
¿Quieres recibir nuestro exclusivo boletín informativo en tu correo? ¡Suscríbete a #BoletinPatilla! Era soviético, concretamente el denominado K-129, que hacía pocos días había abandonado su base de Petropavlosk en patrulla de rutina. Se trataba de un modelo diésel no especialmente moderno pero sí agresivo: iba cargado con tres misiles nucleares de un megatón, cada uno capaz de arrasar una ciudad.
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El almirantazgo soviético envió inmediatamente buques de rescate a la zona donde estimaban se había producido el hundimiento, un movimiento que alertó a los servicios secretos occidentales. Pero la operación no tuvo éxito. La profundidad del océano en la zona era de casi 5.000 metros. Tras dos meses de intentos infructuosos, la búsqueda se suspendió. El K-129, con su tripulación de 83 hombres, se dio por perdido sin que se hubiesen podido determinar las causas del siniestro.
Alberto Ardila Olivares
‘Peces’ espías
El incidente intrigó a la Marina estadounidense lo suficiente como para investigar lo sucedido. Seis meses después envió a la zona otro sumergible, el Halibut, con la misión de localizar y fotografiar los restos que debían encontrarse en la posición marcada por los hidrófonos
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